Una vida de obediencia

Obedecer la Palabra tiene que convertirse en toda mi vida.  Confieso que Dios se convertirá en la primer cosa que pienso en la mañana y la última que pienso en la noche.  Sus caminos encontrarán lugar en mi corazón hasta que todo lo que hago, las cosas grandes y las cosas pequeñas, sea dominado por la Palabra de Dios.

Señor, haré cualquier cosa que me digas que haga.  Obedeceré Tu Palabra y haré lo que es correcto en Tu vista aun cuando parezca que me va a costar, porque yo sé que a largo plazo, seré bendecido.  Elijo obedecer no importa cuál sea el costo.


¡Seguiré tratando y haciendo lo mejor de mí!  Permaneceré constante y firme en obedecer la Palabra de Dios.


Elijo poner la voluntad de Dios primero, no la mía propia.  Obedeceré a Dios porque quiero, no porque tengo que hacerlo.  Es la obediencia a Dios desde un corazón dispuesto la que trae las bendiciones de Dios en mi vida.  Debido a que voluntariamente elijo seguir a Dios y obedecerle, recibiré las recompensas de Dios.


Confieso que a causa de que obedezco la voluntad de Dios y lo sigo, hallaré paz en vez
de confusión.  Hallaré la justicia de Dios en vez de la injusticia.  Hallaré el amor y el gozo en vez de la maldad y la contienda.  Y es en el lugar tranquilo de reposo de la obediencia a Dios que yo descubriré un entendimiento más profundo del amor de Dios.


Obedeciendo a Dios, estoy edificando un fundamento para mi vida, el cual Satanás no puede desmoronar debajo de mis pies.

Jesús es mi Amigo y mi Compañero de Pacto, debido a que yo obedezco Sus mandamientos.  El perfecto amor produce en mi obedecer a los mandamientos de Dios y puedo echar fuera todo temor.  El temor no puede entrar a mi corazón porque mi obediencia a Dios firma mi pacto con Jesús.


La obediencia energiza mi corazón con fe.  La obediencia me provoca a hacer las mismas cosas que Satanás tiene miedo que yo haga, tal como pasar tiempo con Dios, estudiar la Palabra, y aprender la Palabra en la iglesia.  Debido a que yo hago estas cosas, mi vida cambiará y viviré bajo la bendición de Dios, y no bajo la maldición.

 

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