Yo creo que soy una parte integral del cuerpo de Cristo, no sólo del cuerpo universal, sino del cuerpo local de Cristo en el cual él ha considerado apropiado ubicarme. Estaré comprometido al compañerismo con los creyentes durante los tiempos buenos como en los tiempos de pruebas de la vida.
No me aíslo de otros creyentes, sino que permanezco conectado con el plan de Dios por medio de la iglesia local.
Sigo la justicia, la fe, el amor y la paz. Tengo compañerismo con los que invocan al Señor con un corazón puro. (2 Tim. 2:22)
No seré un cristiano sin compromiso, saltando de iglesia en iglesia. Me dedico y soy fiel al compañerismo de los creyentes con los que Dios ha elegido ubicarme.
Al traer mi provisión a la compañía de los creyentes con los que El ha elegido ubicarme, estoy abriendo las puertas de la prosperidad y el bienestar para mi vida. Soy bendecido para ser una bendición a todos los que Dios me guía.
Los pueda ver o no, sé que Dios ha colocado dones y talentos dentro mío que El necesita que operen en mí. No seré egoísta con mis inseguridades sino que confiaré que Dios me ungirá mientras doy pasos de fe para dar estos dones y talentos a mi iglesia local.
Dios tiene un plan maravilloso para todos los creyentes en estos últimos días y mi iglesia va a jugar un rol vital en este plan.
Camino en amor con mi familia de creyentes. Elijo permitir que el perdón y la misericordia fluyan a través de mi vida todos los días. A través del poder de la unidad, mi compañerismo hará cosas poderosas para el Reino.
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